martes, 11 de febrero de 2014

¿Sin futuro o sin miedo?

Hoy se ha aprobado en el Consejo de Ministros la reforma de la ley del aborto. Otra vuelta de tuerca más.

Estoy desolado. Pero, ¿cómo se sentirán todas esas mujeres que ahora se ven atrapadas en un callejón sin salida por esta "ley mordaza" en sus úteros? Estamos regresando al pasado, ya lo decía Anguita, pero no solo en economía: ahora el ámbito personal no depende de nosotros, porque somos como niños sin intelecto o animales sin alma, ahora es el confesor eclesiástico y el preceptor político quien vela porque nuestras decisiones no sean ya incorrectas, sino acorde con los intereses del Poder.

Pero el Poder, se afanan los politólogos en explicar, no es un estante ni una urna, no es un trofeo, es una relación social: la que existe entre las entidades que controlan la economía mundial y, por ende, la vida de los siete mil millones de personas, y entre las instituciones que dicen representar a esa Humanidad.

Este tipo de medidas -reforma de la ley del aborto- es una vuelta de tuerca más. ¿Hasta dónde vamos a llegar? Se preguntarán muchos españoles. Llevamos casi tres años de protesta continua, en un proceso radical de politización que comienza a cimentarse ahora en organización. La situación social es límite. En Grecia nos llevan ventaja en todos los sentidos y rozan la consecución del poder político, del Gobierno del Estado.

Estos experimentos sociales que ha llevado a cabo el neoliberalismo (que comenzaran ya en el Golpe de Pinochet, se probaran en otras partes del mundo -como Reino Unido y Estados Unidos- y se extendieran por América Latina y el mundo entero...) son la prueba fehaciente para quienes ejercen relaciones de poder sobre nosotros de que están venciendo y, en sus cabezas, tal vez de que ya han vencido.

Era la triste conclusión de Pino Solanas en su 'Memoria del saqueo'; la conclusión, al menos, que harán estos banqueros, empresarios y políticos que gobiernan contra el pueblo y sus valores. Saben que pueden engañarnos, confundirnos, convencerenos... de que lo que conviene a los ricos conviene a los pobres. Tratan de rearticular relaciones feudales que renueven un contrato capitalista salvaje de dominación y no contestación. La rueda de la fortuna unida a la rueda de la industria mediante la fórmula postobrerista y postmoderna: un sistema perfecto de coacción.

En el caso de que se produzcan estallidos, siempre, siempre pueden recurrir a la fuerza. Lo han demostrado tantas veces que me parece repetitivo rememorarlos; todos los conocemos...

Pero también hay ejemplos de cooperación, de superación de estas adversidades, de combate y victoria. Son estos ejemplos los que, estudiando la Historia, podemos observar que han construido el cambio sociopolítico... y el progreso. El problema es saber defender esos valores ciertamente revolucionarios (libertad, igualdad, fraternidad) y también tradicionales (honestidad, sobriedad, medida) de la infiltración de quienes buscan la competitividad y vacían de contenido esas palabras tan valiosas, volviendo nuestras ideas contra nosotros, y plantándonos en laberintos que somos incapaces de superar sin división.

La única salida en un laberinto es derribar los muros, fabricarnos alas, superar nuestros límites. Si la teoría nos divide, la práctica nos une. Si las palabras nos confunden, los actos nos ayudan a entender. Si la tecnología mal empleada nos separa, la camaradería cotidiana nos reencuentra. En América Latina unieron sus orígenes y sus horizontes, sus raíces y sus frutos nonatos y forjaron una revolución, que no está libre de contradicciones ni problemas, pero que hace caminar al continente.

¿Por qué no podemos nosotros imitarles? Repito lo que nos ha enseñado Monedero: vaciemos la taza, despensemos para poder repensar, salgamos de nuestros cuerpos para vernos desde fuera. Hemos estado perdidos, pero nos encontraremos. Hemos guardado un silencio bastante parecido a la estupidez... pero el Pueblo ya ha hablado.

Ahora solo nos queda seguir aquella máxima anarquista: destruam et aedificabo. Destruir el orden existente y crear uno nuevo: el que queremos, el que siempre hemos soñado y no nos atrevimos a crear. Es la hora. Cada intento frustrado es una dificultad añadida, una piedra más en nuestra ya pesada mochila. Seamos el Sísifo astuto, dejemos a los dioses con sus rocas rodantes y arrojemos la nuestra colina abajo.

Somos la Juventud sin Futuro, pero debemos ser, queremos ser la Juventud sin Miedo.

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